Más allá de la lenta recuperación económica tras siete devastadores años de crisis, del fin de la clase media y la bipolarización social, la progresiva creación de empleo -no voy a entrar en el debate sobre la calidad del mismo- no está beneficiando a todos los colectivos por igual.
De los 4 millones de parados de nuestro país en la actualidad, dos colectivos son especialmente más vulnerables, los jóvenes poco cualificados y los mayores de 45 años, en concreto los de larga duración.
A estos últimos, indudablemente el colectivo más castigado por la crisis, difícilmente lograrán un empleo por sus propios medios si el empresariado no interviene a su favor. Porque allende de las políticas activas de inserción social y de las ayudas que el estado pueda ofrecer, es determinante la valoración que los departamentos de recursos humanos realicen en el momento de la contratación, ponderando la experiencia profesional y la madurez personal que este colectivo les puede ofrecer.
Los grandes logros a nivel social, más allá de los estadistas que aparecen en letra capitular en cada nuevo párrafo de la historia moderna, se los debemos a la iniciativa y al tesón de la propia sociedad
Hay dos Españas, una que crece impetuosamente y otra que languidece día a día.
Los últimos datos publicados sobre el mercado laboral en la EPA (Encuesta de Población Activa) y del INE (Instituto Nacional de Estadística) sobre las defunciones son singularmente tan reveladores como alarmantes. En ellos me he basado para realizar la siguiente campaña centrada en la necesidad de concienciación sobre la situación extrema de los parados mayores de 45 años.
El empleo es vida. Basta recordar que a quienes carecen del primero, se les priva también del segundo.
©2016 Xavier Roca Sancho. Publicado en LinkedIN