Parece una paradoja ¿verdad? El proyectarse hacia un mercado nacional, internacional o global ha obligado a muchas empresas a replantearse la manera en cómo dirigirse a sus públicos, clientes, proveedores y empleados. A más distancia, más cercanía.
La tecnología nos posibilita la adaptabilidad de webs a dispositivos móviles para estar junto a los públicos y clientes potenciales, allá donde fuera que vayan.
Los social media nos permiten dirigirnos de forma masivamente personalizada a nuestros públicos, pudiendo interactuar conversacional y singularmente con ellos.
La gestión del trabajo y del compromiso dentro de las propias empresas se gestiona también en el ámbito de la cercanía. Algunas de ellas a día de hoy están más proyectadas a la holocracia que a la estructura de trabajo jerárquica tradicional.
Empatizar, propiciar cercanía y ganarse finalmente la confianza posibilitan el acceso al mercado meta, sea cual fuere.
Y paradójicamente también en plena era digital, la oportuna conveniencia de llevar siempre tarjetas de empresa. Porque, tal y como decíamos, es en las distancias cortas cuando debemos marcar la diferencia.